Las máscaras (o caretas) son utilizadas para esconder nuestra verdadera identidad y hacernos parecer algo que no somos. ¿Alguna vez usaste una?
Detrás de ellas ocultamos nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos, porque si nos mostramos tal como somos tenemos miedo a ser rechazados o lastimados. ¿Quieres conocer algunas? Tal vez te sientas identificada:
La Máscara del Aislamiento.
“Mejor sola que mal acompañada”. “Yo no necesito de Dios”. “No puedo confiar en nadie, porque me han fallado muchas veces”. “Yo siempre me las arreglé sola”. Te aíslas por situaciones que has vivido. Algo te marcó, te lastimó, hizo que levantaras muros de aislamiento en tu vida y no dejas entrar a nadie, por miedo a que vuelvan a lastimarte.
La Máscara de Llamar la Atención.
Lloras, interrumpes, golpeas la puerta, te desmayas, te enfermas y mil cosas más, por la necesidad de llamar la atención y sentir que eres tenida en cuenta.
Cuando usas ésta máscara buscas que todo gire alrededor tuyo, como si sólo importaras tú y fueras el centro del universo.
La Máscara de la Crítica.
Cuando usas ésta máscara sólo te enfocas en los errores y defectos de los demás. A todos les encuentras algo para criticarlos. “Es feísimo”, “no sabe nada”, “cómo puede ser tan torpe”, “seguro que están hablando mal de mí”…
No eres capaz de ver tus propios errores, pero te vuelves experta en errores ajenos.
La Máscara del Perfeccionismo.
Todo tiene que salirte perfecto. Debes ser la cristiana 10, con el cuerpo 10 y 10 en simpatía. Menos es fracasar. Si sacas 9 en vez de 10 te sientes reprobada, y no puedes disfrutarlo. Tu segundo nombre es “perfección”.
En la búsqueda de la “perfección” te sobre exiges y le exiges a los demás que te quieran, que te escuchen, que sean súper santos y súper comprometidos.
Tal vez pienses, ¿cómo podrá amarme Dios si no hago todo bien? O, ¿si no soy todo lo que los demás esperan de mi, cómo podré sentirme aceptada y amada? Pero esto que piensas no es verdad. Son mentiras que se han establecido en tu mente y corazón. Dios no te ama por lo que haces, Dios te ama por lo que eres y porque Él ha elegido amarte. No puedes comprarle amor a Dios, ni tampoco puedes perder el amor de Dios. Él te ama. Punto.
Pero hay un momento, cuando la puerta de tu habitación se cierra, se caen tus máscaras, y sólo Dios conoce lo que pasa por tu interior. Y hoy Él quiere sanarte, quiere liberarte de tus caretas. Él te ama profundamente y desea intensamente que seas tú misma, todo el tiempo.
Piénsalo.
¿Qué clases de máscaras utilizas habitualmente? ¿Algunas de las mencionadas u otras?
¿Quieres ser realmente tú misma y vivir libre?
Reconoce cuáles son tus máscaras. Ora renunciando a ellas en el nombre de Jesús, y pídele sus fuerzas para ser tú misma en todo momento.
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